miércoles, 22 de febrero de 2012

Botarga


La botarga, zamarraco, sidro, morrache, guirrio... es un personaje que, como vemos, se conoce con muchos nombres. Su origen es pagano y procede de la mitología celta prerromana, aunque fue incorporado en las festividades católicas, para poder representar el jolgorio y la lujuria. Son típicos de la zona centro y norte de España, sobre todo, de Asturias, Castilla, Cantabria, Navarra, País Vasco y Galicia, aunque, también, se ha trasladado a otras zonas de la península, como puede ser Hispanoamérica o el resto de España. Suele aparecer en las fechas que son anteriores a los carnavales, aunque hay lugares que los han desplazado al período estival, a causa de la trashumancia, dado el carácter de medio rural, que tiene dicho personaje. Se caracteriza por bailar al son de la música y por seguir a los vecinos, para golpearles con su garrote. Sus atributos van a variar dependiendo de la zona en la que estemos, así, pueden llevar máscara, trajes de vivos colores, genitales y rabo bovinos... Incluso, a veces, llevan cuernos y en la mano algún tipo de instrumento de azote, que puede ser un látigo, una cachiporra o unas castañuelas. Suelen llevar un bastón, con el que marcan el ritmo, cuando van acompañados de otros danzantes.
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martes, 21 de febrero de 2012

A santa Compaña (III)


Los miembros de esta procesión caminan y emiten rezos -casi siempre es un rosario-, cánticos funerarios y tocan una campanilla, que es de pequeño tamaño. Cuando pasan por un lugar, cesan, de manera previa, los típicos ruidos de los animales en el bosque y se pueden escuchar las campanas. Incluso, los perros anuncian su llegada, ya que aúllan de una forma desesperada y desmedida; los gatos, también, salen huyendo despavoridos y se asustan, como pocas veces se ha visto. Dice la leyenda que no todas las personas mortales poseen la facultad de poder ver, con sus propios ojos, a “La Compaña”. Según dice la tradición, tan sólo tenía la capacidad de verla: los niños a los que, el sacerdote, por equivocación, en el momento del bautizo había empleado el óleo de los muertos. Otras personas, solamente, la podrían sentir, intuir... Para poder librarse de la visión de la misma, la persona debe trazar un circulo en el suelo y entrar en él o acostarse boca abajo. También, para poder librarse de la Santa Compaña se debe llevar, consigo, una cruz, rezar sin hacer caso de los cánticos de la Santa Compaña o, si no queda otra, salir huyendo.
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lunes, 20 de febrero de 2012

A santa Compaña (II)


A la cabeza de dicha procesión va a ir un vivo -o sea, una persona mortal- que va a llevar una cruz y un caldero, donde hay agua bendita. A continuación, irán las ánimas, que lo siguen, con sus velas encendidas, que no siempre son visibles; pero, si se nota su presencia a causa del olor a cera y el viento, que son capaces de levantar a su paso. La persona viva, que está en primer término de la procesión, puede ser tanto un hombre, como una mujer, dependiendo de si el patrón de la parroquia es un santo o es una santa. Según la leyenda, quien realiza dicha función, cuando se hace de día, no se acuerda de lo que tuvo lugar, durante la noche. La única manera de reconocer a las personas que están viviendo este castigo, es por su delgadez extrema y por su palidez. Un truco es que, cada noche, su luz va a ser más intensa, mientras que, por el día, el color pálido de su piel va a ir aumentando. Y, es que no pueden descansar ninguna noche, por lo que su salud se irá haciendo, cada vez, más débil y acabaran enfermando, sin que nadie sepa muy bien, cual es la razón de su empeoramiento. Además, se encuentran condenados a vagar, cada noche, hasta que acaban muriendo o que algún incauto sea sorprendido -el cual pasará a encabezar la procesión, portando la misma cruz que llevaba él-.
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A santa Compaña


A Santa Compaña es, sin duda, una de las grandes leyendas de la mitología gallega -con otros nombres, también,nos la encontramos en la mitología asturiana, en la vieja región del Reino de León, en las actuales provincias de León y Zamora; en la zona de Extremadura, recibe el nombre de Huéspeda y, en Castilla, se le llama Estantigua-. La Santa Compaña es una procesión de muertos o de ánimas en pena, que aparecen por la noche -a partir de las doce de la noche- que recorren, errantes, los caminos de una determinada parroquia. La misión de dicha procesión es visitar todas las casas en las que tendrá lugar una muerte. Este mito está presente en todo el continuum cultural astur- galaico, donde es conocida con distintos nombres, como pueden ser Güestia, Hoste, Güéspeda, Genti de Muerti, Estadea, Compaña o procesión de ánimas. La descripción de la Santa Compaña va a ser diferente, según la región en la que estemos, aunque la más popular es la de una comitiva de almas en pena, que están vestidos con túnicas de color blanco, que poseen capucha, que van a vagar toda la noche, por los caminos. Dicha procesión fantasmal va a estar formada por dos hileras, que estarán envueltas en sudarios y con los pies descalzos. Cada fantasma tiene una vela encendida y su paso va a dejar un reconocible olor a cera en el ambiente. En primer término, de esta compañía de fantasmas, se encuentra el espectro de mayor importancia, el Estadea.
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El diaño (II)


También, nos encontramos con el perro de color negro, que va a perseguir al caminante; al sapo que es tan rápido, que adelanta al caballo y al jinete; el bebé que está jugando, completamente desnudo, sobre la nieve... un montón de ruido, que no parece tener fin, unas luces misteriosas y unos fenómenos que sólo quieren provocar el miedo y el temor del caminante, que se encuentra en medio de la noche, en un camino, en el campo.
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El diaño


El diaño, en ocasiones, también conocido como diantre, es un espíritu o duende burlón, que forma parte de la mitología, tanto gallega como asturiana y que se parece mucho, aunque no es lo mismo, que el martinico de Castilla. Este espíritu es capaz de adoptar la figura de una vaca, de un caballo, de un carnero o de cualquier otro animal, incluso, en ocasiones, de un bebé humano y realiza sus actividades, durante la noche, ya que se encarga de asustar a los caminantes, que andan perdidos, o que se encuentran que se cae la noche y andan por los caminos, a horas que no deberían, también, desorientan al campesino que anda buscando al ganado, que ha perdido, o molesta al molinero que está trabajando a la luz de la luna o se ocupa de burlarse de los mozos, que vuelven de alguna fiesta. Entre las travesuras que más se citan tenemos la del burro blanco, que se ofrece para que lo monten los caminantes. En el momento en que suben a él, este animal crece y crece sin parar; el caballo tras una galopada infernal va a devolver al jinete al mismo sitio, donde se inició todo, lo tira de cabeza al río o le quema los pantalones; el cabritín temblando de frío es llevado a casa y se seca junto al fuego, donde se va a burlar de su benefactor.
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jueves, 16 de febrero de 2012

Trezenzonio


Trezenzonio ha sido un monje gallego que vivió durante la época de la Monarquía asturiana y, según la leyenda, logró la proeza de poder divisar y visitar una de las islas del Paraíso. Sus actividades fueron escritas en el Trezenzonii de Solistitionis Insula Magna, que es un códice medieval, que fue redactado en latín, durante el s. XI. Fue tras el saqueo que sufrió Galicia, por parte de las muchas razzies, con que los musulmanes castigaron a la región, durante el s. VIII, Trezenzonio se fue a la Torre de Hércules, en A Coruña -que se llamaba Brigantium-. Desde allí, levantó la mirada hacia el mar, y con la ayuda de los primeros rayos del amanecer pudo ver la que se conocía como Gran Isla del Solsticio -Magna Insula Solistitionis-, que estaba consagrada a la figura de Santa Tecla. Decidió ir navegando hasta ella y, cuando desembarcó en la isla, subió por una gran pradera, donde encontró una preciosa basílica, que estaba adornada con joyas y con piedras preciosas. El clima era único y la comida muy sabrosa. Allí no existían el dolor, el hambre, el miedo o la desgracia. Allí se quedó durante un período de tiempo de siete años y, cuando acabó ese período de tiempo, un ángel se le apareció y le dijo que debía volver navegando a Galicia. Como no quiso, fue castigado con la lepra y tuvo que ver como se pudrían las pruebas que había ido recopilando, para probar la existencia de dicha isla. Se arrepintió de lo que había hecho y se marchó a la ciudad de Tuy, donde se encontró con Adelfio, el obispo de dicha ciudad.
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miércoles, 15 de febrero de 2012

Trasnos


Un trasno es un ser de la mitología tradicional de Galicia y Asturias, que según dice la tradición vive en los bosques más frondosos o en las cunetas de los caminos, a la espera de que pase alguien, para poder desvalijarlo. Se puede decir que estamos ante una especie de demonio, que suele actuar con la luz de la luna, como testigo. Siempre se habla de su gran capacidad para esconderse, en cualquier lugar o momento. Es muy parecido a los trasgos, aunque, en este caso, tiene un carácter especialmente malvado. Por ejemplo, es muy normal que se llame trasno a los niños que son muy revoltosos o inquietos. También, se suele conocer como trasno a aquellas personas que camina solo por los bosques o caminos. En algunas leyendas, se dice que los trasnos esperan a que las personas se queden dormidas, para sentarse encima de su pecho, se lo comprimen, provocándoles pesadillas. La mejor manera de esquivar un trasno es colocar un cuenco, repleto de semillas de maíz, ya que son muy curiosos; pero, son sólo capaces de contar hasta tres, por lo que se pasan la noche contando y, cuando sale el sol, tienen que volver a su guarida. 
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Procesión das Xás


La Procesión das Xás es una procesión muy parecida a la de la Santa Compaña, pero hay una gran diferencia entre las dos; mientras que en la primera, los que realizan la procesión son los fantasmas de los muertos, en la segunda, está formada por los fantasmas de los vivos. Marchan formando dos hileras y portan un ataúd. Cuanto más cerca del ataúd viajan sus miembros, más cerca estará su muerte. Los que van más lejos, van a tardar entre tres o cuatro años en fallecer. La persona que se encuentra con dicha procesión, sólo la ve, pero no llega a sentirla. El encuentro suele suceder en los cruces de los caminos, donde suele ser habitual que se detengan con los difuntos, para que los curas puedan echar los responsos. Si el que se encuentra con la procesión es amigo de alguna de las personas que va en ella, lo único que puede hacer es llevarlo por el aire a otro lugar; si es enemigo, va a recibir una paliza y lo van a arrastrar por las zarzas. Son pocas las personas que llegan a ver una procesión das Xás; pues, para ello hay que cumplir con una serie de condiciones, que son las siguientes: que el padrino de la persona que la ve haya rezado mal el credo cuando este fue bautizado, o bien que el cura hubiera cambiado los santos óleos confundiendo los que se emplean en la extrema unción con los del bautismo. Si hubiera cometido este error, el bebé debía ser bautizado, otra vez. 
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El perro de Urco


El perro de Urco ( o en gallego, conocido como Can do Urco) es un animal que aparece en la mitología gallega y asturiana, que puede adoptar la forma de un perro de gran tamaño, que puede ser negro o blanco, con grandes cuernos y orejas, que suele salir del mar arrastrando grandes cadenas. Su presencia es igual a mal augurio, incluso, puede llegar a anunciar la muerte de alguien, en un corto periodo de tiempo.
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Los nuberu


Son unos personajes que forman parte de la mitología asturiana, gallega y cántabra. Se conocen con varios nombres como nuberos, nubeiros, ñuberus o nuberus. Se caracterizan por poder controlar el tiempo, como a ellos les apetezca y su gran diversión es provocar tormentas y tempestades, lanzando centellas a los animales de los campesinos y les encantaba arruinar las cosechas de los campesinos, empleando el granizo. Estos creadores de inclemencias no dudan, en ningún momento, de usar los rayos para poder atacar o molestar, los emplean como armas, para hacer daño. También, se cree en su existencia en Cantabria y en Asturias, donde se les tenía miedo por los grandes destrozos, que eran capaces de provocar en los pueblos y a los que se les culpaba de las duras y temidas noches, en las que sucedían aguaceros y tempestades. Por eso, durante las horas en las que había oscuridad, los lugareños solían encender cirios y hacen sonar las campañas para que huyan. Todo lo contrario de lo que sucede con los ventolines, los pescadores temían a los nuberos por que les consideraban los culpables de las terribles galernas, que sucedían en el Cantábrico y a causa de las cuales tenían que volver a puerto, de manera apresurada, donde les esperaban los suyos, muy preocupados por su situación. En Asturias, también, se le conocía como Xuan Cabritu.
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Los mouros (III)


Para la mayor parte de los campesinos de Galicia, nos encontramos que los mouros eran seres muy poderosos y paganos, que vivían de una manera muy similar a como lo hacía el pueblo gallego campesino, ya que este pueblo no sabía llevar otro estilo de vida; los mouros les daban sepultura a sus muertos y los honraban, escuchaban misas, eso sí, de su culto y existían sacerdotes, dentro de sus sociedades. Por otro lado, les gustaba comer carne, beber vino o bailar durante noche, además solían intentar seducir a los campesinos -sobretodo, en el caso de las mouras-. También, solían llevar a cabo tratos con los campesinos, por los que estos debían darle, de manera periódica, algo al mouro -que podía ser leche, vino o algún tipo de bien, que el propio mouro no poseía- y este se lo pagaría a un precio muy alto, a cambio de que el pacto se mantuviese bajo discreción, en secreto. Si el campesino acababa contando el pacto, el mouro cortaba dicho trato, sin ningún tipo de miramiento, ya que, para él, no existía ningún tipo de excusa, para decir lo que hacían entre ellos.
Pero, el término mouro no sólo forma parte de las leyendas gallegas, también, nos lo encontramos en muchos topónimos de la zona, para poder señalar la existencia de castros, túmulos funerarios, minas de origen romano o cualquiera que fuera una ruina, de origen antiguo.
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Los mouros (II)


Eran iguales al resto de las personas, lo único, que vivían bajo tierra, tenían mucho dinero, poseían poderes mágicos o vivían bajo algún tipo de magia o encantamiento. Incluso, solían presentarse a personas, que iban en solitario y les proponían pruebas de calor, o realizaban negocios o intercambios con ellos, por los que eran pagados con oro, eso sí, si decían cual era el origen de dicho oro – o sea, si hacían publico que hacían tratos con los mouros- ese mismo oro acabaría convirtiéndose en piedras o en carbón. También, se hablaba de que eran guardianes o protectores de grandes tesoros, que eran la fuente de riqueza de sus familias.
Los mouros también era el término que se empleaba, por parte de la gente, antes de que se explicase el origen de los castros, las mámoas (también conocidas como túmulos) y otro tipo de estructuras, que son de origen antiguo y desconocido, por parte de los campesinos que vivían en tierras gallegas.
Por otro lado, se decía que los mouros habían vivido en otras épocas pasadas en Galicia y que luchaban, de manera constante, contra otros pueblos como podían ser los romanos, franceses, visigodos... hasta que tuvo lugar la gran expulsión, de la gran parte de los mismos. Con esta leyenda se intenta dar una explicación sobre el aspecto que poseían las fortalezas militares de los castros galaicos.
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Los mouros


Los mouros son unos conocidos personajes, que forman parte de la mitología gallega, asturiana y leonesa. El origen de esta leyenda es un poco ambiguo, ya que el término latino maurus ( de donde proviene el gallego mouro) provendría del celta mrvos, que es afín al vocablo indoeuropeo mr-tuos, que nos lleva al latín mortuus. Por esta razón, muchos autores piensan que los mouros eran personas de razas ya desaparecidas, o sea, muertos. Para otros, estamos ante un término que está relacionado con el término gallego ouro. La leyenda dice que los mouros eran criaturas que vivían en el subsuelo, en unas guaridas o túneles, bajo tierra, donde -dependiendo del lugar- se dedicaban a extraer el oro (por eso, se conocían con este nombre). Se solían describir como “no bautizados” y paganos (en ese momento, por ejemplo Galicia, estaba bajo una gran influencia de la Iglesia Católica). Los mouros trabajaban en las típicas orfebrerías de la época y, en algunas ocasiones, eran descritos como seres oscuros de piel, como si fueran personas ajenas a las tierras de Galicia; y, las mouras, eran mujeres que tenían fama de hechiceras y eran pelirrojas (hay que recordar que los campesinos empleaban el término “rubio” para denominar a las personas que tenían el pelo rojo, no rubio, como se ha venido pensando, por su similitud con el castellano) y tenían la piel muy blanca.
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miércoles, 8 de febrero de 2012

Meiga (II). Clases


Según la tradición, hay muchas clases de meigas y cada una de ellas poseen unos poderes determinados, que tendremos que tener en cuenta, a la hora de clasificarlas.
-Meigas chuchonas (también conocidas como meigas chupadoras): son consideradas las más peligrosas, ya que son capaces de aparecer con diversas caras o tranformarse en seres como los vampiros o en animales, como pueden ser los insectos o abejorros. Este tipo de meigas son capaces de chupar la sangre de los más pequeños y les roban la grasa del cuerpo -que se conoce como unto- para poder usarlos en la creación de ungüentos y pociones.
-Asumcordas: también se conocen como brujas callejeras, ya que espían a la gente y vigilan quien entra y quien sale de las casas.
-Marimanta: otro nombre para la conocida meiga del saco, que se encarga de robar niños y que los hace desaparecer, para siempre.
- Feiticeira o Hechicera: esta clase de meigas viven muy cerca de los ríos o de los riachuelos, aunque es mayor, su aspecto no aleja a la gente, ya que posee una voz muy bonita, con cuyos cantos logra hipnotizar a los chicos que deciden acercarse hasta el río y hace que se vayan metiendo en sus aguas, para que acaben muriendo, por ahogamiento.
Como vemos, hay diversos tipos de meigas, dependiendo de los poderes que se les otorgue. Y, hay muchos tipos diferentes, que tendremos que tener en cuenta.
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Meiga


Cuando hablamos de una meiga, estamos hablando de un persona que posee poderes extraordinarios o mágicos y que puede llegar a pactar con el diablo -o sea, sería algo parecido a una bruja. Proviene del término latino magicus y se utiliza en Asturias y en Galicia. El personaje de la Meiga es típico de la tradición popular y se suele diferenciar de las brujas, por que está última hace las cosas con maldad, siempre, pudiendo llegar a pactar con el diablo, con el que suele tratar con frecuencia. Las meigas, mientras tanto, suelen ser respetadas por ser curanderas y tener poderes de videncia. Muchas personas se acercan a ellas, para poder ser curadas gracias a sus reescritos, conjuros o ensalmos. En algunas tradiciones, nos encontramos que son capaces de volar a caballo de los estadojos de los carros -o sea, estacas que pueden sostener la carga-o de escobas. Pero, también, aparecen como mujeres que son capaces de realizar el mal de ojo u pueden curarlo, además, pueden provocar otros males. Por supuesto, nos encontramos con diversos tipos, según el lugar donde estemos o dependiendo de la leyenda. Cada una de las meigas, poseen poderes diferentes.
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martes, 7 de febrero de 2012

El mito de la Lavadeira


Las lavandeiras son espíritus, que forman parte de la mitología gallega, que provienen de la mitología celta. Además, nos encontramos leyendas muy parecidas en Bretaña o en Irlanda. Según dice la leyenda, las lavandeiras aparecen durante la noche, cuando hay luna llena, en las orillas de los ríos, donde se dedican a lavar unas sábanas, que están manchadas de sangre. Dichas manchas jamás desaparecen. Según la tradición, estamos ante mujeres que murieron, cuando estaban pariendo a sus hijos o que dejaron morir a sus pequeños, sin que estos fueran bautizados. Ellas piden ayuda a los vivos, para poder escurrir sus sábanas, pero, para ello, se deben retorcer. Si no se hace, esto último, esta aparición podría significar mala suerte o, incluso, la muerte de la persona.
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La corona de fuego (III)


Una característica que se repite es el anacronismo, ya que nos encontramos, en un único relato, la aparición de varios personajes que, jamás, llegan a coincidir en la misma línea temporal. La leyenda, al ser de tradición oral, va a sufrir una serie de deformaciones que, incluso, llegará a provocar especulaciones, sobre si fue un suceso real, no sólo del famoso pasadizo que unía el palacio del conde, con el Monasterio. Pero, incluso, hay dudas sobre la existencia de un corredor, bajo tierra, que podría llegar desde dicho palacio, hasta el río Cabe, para poder facilitar abrevar los caballos, en caso de un posible asedio. Pero, en términos generales, los históricos dudan de que dicha leyenda sea real y la ven como una fábula histórica. Historiadores como Germán Vázquez o Manuel Hermida Balado apoyaban que era una invención. Pero, unos estudios -muy recientes- que trataron la documentación original del convento, que pertenecen a una familia, a título particular, han demostrado que el pasadizo que unía el palacio con la iglesia si existía, en realidad, y que era empleado para facilitar el acceso, de manera directa y segura, de los condes a la misma. En la versión del Abad García, se llega a relacionar la historia de la leyenda con un sepulcro, realizado en granito, que existía en la histórica iglesia de San Vicente, que correspondía al Abad Don Diego García III, un monje del que no se sabe mucho, a causa, sobretodo, de la pérdida de los archivos del monasterio, por un terrible incendio, que lo asoló.
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La corona de fuego (II)


En una de las versiones de la leyenda, la represaría se inicia en una disputa, en la que se trataba la propiedad de unos determinados terrenos y, en otras versiones, se inicia en una negativa, por parte de uno de los monjes, a abrir el pasadizo -esta versión es la que realiza Antolín López Peláez, en su obra titulada como “Los Benedicitinos de Monforte”, que dice haberlo escuchado, en la tradición oral. Otras versiones, como puede ser la de Galo Salinas, se caracteriza por la particularidad de que hay un personaje de un judío, que es quien se encarga de facilitarle al abad una pócima, para que pueda conseguir sus objetivos. Así, se hace mención a la importante comunidad judía, que residía en la población. La primera mención que se hace de la leyenda es en la glosada de Padre Sarmiento, que fue un intelectual que trabajó en la recopilación e investigación de la historia y tradiciones de Galicia. Después, tendremos una versión, que recibe el nombre de “La corona de fuego o los subterráneos de Altamira”, donde no sólo nos encontramos con Morforte de Lemos, si no otras ciudades como Toledo, Granada o Almería. Pero, no podemos olvidarnos de la novela por entregas, que fue olvidada, de manera injusta, que se titula “Horrores del feudalismo: la torre de los vampiros, escrito por Antonio San Martín, que trata la leyenda. Pero, nos encontramos con un gran número de novelas, donde se trata la leyenda, desde distintos puntos de vista.
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La corona de fuego


Estamos ante una leyenda medieval, que se focaliza en la ciudad de Monforte de Lemos, en la mágica comarca de Terra de Lemos, donde, dicha leyenda, posee un gran arraigo popular y, a causa de ser considerado muy tradicional, ha sido llevada, en muchas ocasiones, a la literatura. Los expertos sospechan que estamos ante una leyenda de origen germánico, a causa de que hay leyendas de tradición oral y escrita, muy parecidas, con temas muy similares, en Alemania. El argumento de la leyenda gira alrededor de un pasadizo subterráneo, que se había construido para unir el palacio condal de Monforte de Lemos con la preciosa iglesia de San Vicente del Pino, en un período de ausencia del propio Conde de Lemos, que fue a cumplir una serie de encomiendas reales. El abad del Monasterio benedictino de San Vicente para poder mantener una relación amorosa con la propia hija del conde; incluso, en algunas versiones de la leyenda, no es la hija, sino la propia esposa. A la vuelta del conde, y enterado de todo el lío amoroso, decide invitar al abad a una gran comida; cuando da la orden de que se traigan los postres, un sirviente del propio conde lleva una corona de hierro, que está al rojo vivo, con la que realizan la coronación del abad, lo que le va a provocar la muerte al abad.
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Biosbardos


Los biosbardos (también conocido como cocerellos, en algunas partes de Galicia) son una figuras mitológicas, que existen en Galciia, con la que se hacen bromas, a los novatos. La leyenda empieza con un grupo de no iniciados, que es invitado por una persona, para que vayan a cazar los conocidos como “biosbardos”, por la noche. A causa de que los iniciados no saben de que va el tema, suelen aceptar la invitación. La broma se basa en que los “Biosbardos” no existen, en realidad y que los compinchados van a aprovechar la oscuridad, de la noche, para hacerle inocentadas a las personas del grupo. También, en algunas partes se conoce como gamusinos o gozofellos. Una forma para poder cazar a los biosbados, o cocerellos, es dar a la persona que recibe el cargo de “cazador” un saco o una bolsa, y un palo con el que va a tener que golpear el suelo o los arbustos, incluso, la maleza, para provocar que estos animales imaginarios salgan y poder atraparlos dentro del saco. En numerosos casos, la inocentada termina dejando sólo, en pleno monte, a altas horas de la noche, al “cazador”, que está concentrado en realizar su tarea. Otra posibilidad es hacerle caer al río, aprovechando que confunde su propio reflejo, en el agua, con el reflejo de este animal ficticio. Un dato curioso es que en la isla de Man, también, nos encontramos con una leyenda parecida, que recibe el nombre de “phymodee”.
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sábado, 4 de febrero de 2012

Mitología gallega: El Apalpador


En algunas zonas de este de la comunidad gallega, es la figura del carbonero que, según la leyenda, baja durante la noche del 24 de diciembre o el 31 de diciembre, para tocar el vientre de los más pequeños, para ver si han comido lo que deberían, a lo largo del año, dejándoles una cantidad de castañas, algunas veces algún regalo y con el deseo de que tengan un año nuevo, con gran felicidad y mucha comida. En la comarca de la Terra de Trives, también se conoce con el nombre de Pandigueiro. Según Xesús Taboada Chivite, que ha realizado un estudio sobre los ritos y creencias gallegas, existe un ritual propiciatorio de tocar la barriga de los más pequeños, durante la Nochevieja. Dicho ritual se conoce como noite de apalpadoiro (noche de palpamiento, en castellano). También, nos encontramos con canciones populares, que están relacionadas con dicho personaje y que son cantadas durante la “noche de apalpadoiro”, para avisar a los más pequeños de la llegada del personaje y advertirles que deben irse a dormir, para que él llegue.

Canciones tradicionales


Hoxe é día do Nadal,
día do Noso Señor
ide logo para a camiña
que vai vir o Apalpador.
·············
Hoxe é día do Nadal,
vai neniño para a camiña
que vai vir o Apalpador
a apalparche a barriguiña.
·············
Hoxe é día do Nadal,
que haberá gran nevarada,
e há vir o Apalpador
cunha mega de castañas.
·············
Por aquela cemba,
xa ven relumbrando,
o señor Apalpador
para darvos o aguinaldo.

Hoy es día de Navidad,
dia de Nuestro Señor
id corriendo a la camita
que va a venir el Apalpador.
·············
Hoy es día de Navidad
vete niñito a la camita,
que va a venir el Apalpador
a palparte la barriguita.
·············
Hoy es día de Navidad,
que habrá una gran nevada,
y vendrá el Apalpador
con un montón de castañas.
·············
Por aquel sendero,
ya viene relumbrando,
el señor Apalpador
para daros el aguinaldo.
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La Playa de las Catedrales


Si hay una playa turística e inolvidable, en toda la costa gallega, es la Playa de Las Catedrales (en gallego, A Praia das Catedrais). Se encuentra en el municipio de Ribadeo, en la conocida parroquia de A Devesa, en la costa de la provincia de Lugo, bañada por las aguas del mar Cantábrico. Debemos señalar que el nombre de As Catedrais es, en realidad, el nombre turístico de la Playa de Aguas Santas, o sea, A Praia de Aguas Santas. Y, ¿por qué recibe este nombre? Por la conocida apariencia de sus acantilados. Es de gran importancia, ya que es Monumento natural, por parte de la Consejería de Medio Ambiente, de la Junta de Galicia. Esta playa se caracteriza por sus arcos y sus cuevas, que sólo se pueden apreciar a pie de playa, cuando está en situación de bajamar. Eso sí, durante la pleamar es bastante pequeña, de arena muy fina y que sigue siendo buena para poder bañarse, sin problemas. Recomendamos ver la playa, con marea alta, desde la parte superior de los acantilados en dirección Oeste- Este, en dirección a la playa de Esteiro y, también, verla con marea baja, sobre la arena de la playa, para poder descubrir la gran fuerza de sus acantilados y como han ido evolucionando sus furnas o cuevas marinas, a partir de grietas de pequeño tamaño, hasta llegar a cuevas, cuyo techo está colapsado por la fuerza erosiva del oleaje y del agua del mar. En el momento de la marea baja, podemos disfrutar de un gran arenal, que está delimitado por una pared rocosa de pizarra y esquisto, que ha sido erosionada, de una manera única: tenemos arcos que miden más de treinta metros de altura, que nos van a recordar a los arbotantes de una catedral, grutas de decenas de metros, pasillos que han sido formados por arena, entre sorprendentes bloques de roca. La playa se caracteriza por un relieve formado por la erosión del viento y del agua salada.
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