martes, 7 de febrero de 2012

La corona de fuego (III)


Una característica que se repite es el anacronismo, ya que nos encontramos, en un único relato, la aparición de varios personajes que, jamás, llegan a coincidir en la misma línea temporal. La leyenda, al ser de tradición oral, va a sufrir una serie de deformaciones que, incluso, llegará a provocar especulaciones, sobre si fue un suceso real, no sólo del famoso pasadizo que unía el palacio del conde, con el Monasterio. Pero, incluso, hay dudas sobre la existencia de un corredor, bajo tierra, que podría llegar desde dicho palacio, hasta el río Cabe, para poder facilitar abrevar los caballos, en caso de un posible asedio. Pero, en términos generales, los históricos dudan de que dicha leyenda sea real y la ven como una fábula histórica. Historiadores como Germán Vázquez o Manuel Hermida Balado apoyaban que era una invención. Pero, unos estudios -muy recientes- que trataron la documentación original del convento, que pertenecen a una familia, a título particular, han demostrado que el pasadizo que unía el palacio con la iglesia si existía, en realidad, y que era empleado para facilitar el acceso, de manera directa y segura, de los condes a la misma. En la versión del Abad García, se llega a relacionar la historia de la leyenda con un sepulcro, realizado en granito, que existía en la histórica iglesia de San Vicente, que correspondía al Abad Don Diego García III, un monje del que no se sabe mucho, a causa, sobretodo, de la pérdida de los archivos del monasterio, por un terrible incendio, que lo asoló.
Foto: fuente

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