No
importaba mucho que aquellos, que procedían del norte de Italia y
que se habían visto obligados a cruzar los Alpes y los Pirineos les
llegaran a decir que, en dicho lugar, de origen el rito litúrgico,
era mucho más antiguo y venerable, que ese al que ellos consideraban
como romano. Tampoco era importante el hecho de que, una vez que se
adentraban en el territorio hispánico, y ya reunidos los peregrinos,
que provenían de diversas procedencias, alrededor del propio Camino,
decidieran hacer un alto en algún monasterio de La Rioja y, entre
sus muros, se hablase, sin ninguna nostalgia, de una liturgia que no
había mucho tiempo era el elemento que unificaba, frente a las tropa
de Alá, que dese hacia varios siglos ocupaban buena parte del
territorio de la Península Ibérica. En estos monasterios, tanto los
riojanos, como en los castellanos, aún se miraría con recelo, a
aquellos caminantes que decidían dirigirse a Campus Stellae. De esta
manera, siguiendo dicha ruta había entrado el principal enemigo del
importante rito hispano. Hay que señalar que, por la ruta jacobea,
se fueron contaminando las viejas ceremonias y costumbres, para que
aquellos que procedían de regiones bastante remotas pudieran
entender algo del culto, que estaban escuchando.
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