Para
hacernos una idea de su influencia, que ante los deseos de
unificación, que tenía Alfonso VI, se decidió abolir el rito
autóctono, en beneficio de la liturgia, que se conocía como romana.
A partir del siglo X, el número de peregrinos empezó a aumentar, de
una manera extraordinaria, cuando la población europea logró salir
del aislamiento de épocas anteriores y se empezó una serie de
contactos e intercambios que, dentro del campo religioso, provocaron
que la peregrinación se hiciera la manera más difundida de
devoción. De esta manera, tanto Roma, Jerusalén y Santiago de
Compostela se convirtieron en los destinos más relevantes y surgió
la frase de todos los caminos llevan a Roma. Así, los cruzados y las
ciudades marítimas de Italia se encargan de abrir la ruta de
Jerusalén. Los monarcas, tanto de Castilla y León, Navarra y Aragón
decidieron facilitar el viaje a Santiago, a través de la
construcción de diversas rutas, edificación de grandes hospitales y
reparación de varios caminos. Unos años más tarde, el carácter
apostólico de su iglesia y las riquezas, que se fueron acumulando,
gracias a los peregrinos, permitió a Diego Gelmírez, un oblispo que
se caracterizó por ser muy emprendedor, convertir su sede en un
arzobispado.
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