En
la antigüedad, eran conocidas como Siccae (o sea, áridas). Desde
la antigüedad, los hombres visitaron y vivieron en dichas Islas. Se
han encontrado, en las susodichas Cíes, restos arqueológicos, que
demuestran que había presencia del hombre, sobre el año 3500 s.C,
si bien los restos del primer asentamiento humando, del que se tiene
conocimiento, es un castro, que se levantó en los primeros años de
la Edad del Hierro. También, se sabe de la existencia de un
asentamiento, que data de la Edad del Bronce (o sea, entre el 500 y
el 100 a.C), en un castro, que está situado en las laderas del
conocido monte Faro. Por estas tierras pasaron los romanos, que
dejaron restos como son un anillo de oro, que está datado en el
siglo II de nuestra era, aunque, también, nos encontramos con
ánforas, cerámicas y distintos útiles, que se exponen, hoy en día,
en el Museo de Pontevedra, junto a escritos de Estrabón, Diodoro o
Plinio. Hay leyendas que mencionan la presencia de Julio César,
durante su lucha contra los Herminiios. Durante la Edad Media, las
Islas Cíes eran habitadas por monjes, de distintas órdenes, aunque,
también, hay conocimientos de la presencia de los Normandos: por
ejemplo, en el siglo XI estuvieron los benedictinos, que decidieron
abandonarla y volvieron, en los últimos años del siglo XIII. En el
siglo XIV, llegaron hasta aquí los
franciscanos.
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