Parecía
que las tropas británicas iban a ganar la batalla, ya que tenía una
gran ventaja, avanzaban hacia Ferrol y todo indicaba que iban a
conquistarla. Pero, a pesar de ser un número inferior, los
defensores habían logrado oponer una resistencia mayor, de lo que
Pulteney esperaba, quien había pensado en ejecutar una operación
rápida, ya que iban a sorprender al enemigo y que se iba a saldar
con muy pocas bajas, entre las fuerzas británicas. Pero, no habían
calculado el potencial de su rival y pensó que estaba que no tenían
tanta fuerza. Ya no tenían la capacidad de sorpresa y ante el miedo
de sufrir muchas más bajas, el general decidió retirarse y
reembarcarse. Hacia las 11 de la mañana, las tropas británicas
decidieron replegarse hacia la costa y, hacia las dos de la tarde, se
subieron a sus naves. Se piensa que Donadío, a última hora, logró
tener bajo su mando entre 3000 y 4000 hombres, entre los que tenía a
milicias de civiles armados. A pesar de todo, si Pulteney hubiera
hecho todo con rapidez y determinación el ataque a Ferrol, habría
logrado triunfar y hubiera llevado a cabo un gran daño a la Armada
Española. Reino Unido intentaría otro ataque, a la costa española:
en octubre de ese mismo año, una escuadra lo intentó en Cádiz.
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