Con
este golpe, los anglosajones buscaban contrarrestar la fuerte
resistencia que mantenía la flota coaliada, ante el bloqueo naval de
Brest, que estaba provocando serias molestias a las tropas
anglosajonas. Tomaron la decisión de mandar una fuerza
expedicionaria a Ferrol, con la idea de llegar a desembarcar en la
ciudad, formada por cien barcos, de los cuales unos veinte eran
barcos de guerra (entre los cuales, nos encontramos navíos de línea,
bergantines o fragatas) y el resto de transporte. Entre marinería,
infantes, artilleros y fusileros, un total de 15.000 personas
formaban el contingente. El contralmirante John Borlase Warren fue el
encargado de trasladar a las tropas terrestres. Después, fueron
dirigidas por el general James Pulteney.
Hacia
las 12 del mediodía, del 25 de agoto del año 1800, los vigías de
la costa avisaron de la cercanía de una escuadra, que poseía
pabellón francés, que les hizo pensar que podría ser un engaño,
por parte de las tropas británicas, para poder acercarse a la costa,
haciéndose pasar por fuerzas aliadas. Pero, las autoridades del
puerto, entre las que estaba el comandante general del Departamento,
Francisco Melgarejo, estaban más ocupados con los festejos de la
onomástica de la reina María Luisa de Parma, no le quisieron dar
mucha importancia al asunto, pues era muy frecuente, en ese momento,
el tránsito de barcos de guerra, por la zona.
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